La transformación digital avanza sin freno y ya está revolucionando la economía, la educación y la sociedad. Sin embargo, este progreso trae consigo un riesgo creciente: la seguridad digital. Hoy, las amenazas online son tan reales como las físicas. Los ciberataques han demostrado su capacidad de afectar a administraciones públicas, empresas y ciudadanos a nivel global.
Uno de los indicadores clave para medir el compromiso de los países con la ciberseguridad es el Índice de Ciberseguridad Global. Este estudio, elaborado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones de la ONU, analiza los esfuerzos de 194 países en cinco áreas: legal, técnica, organizativa, desarrollo de capacidades y cooperación internacional.
A medida que avanza la digitalización, la regulación de sectores críticos para la Seguridad Nacional se vuelve esencial. La Unión Europea ya trabaja en reforzar la ciberdefensa y la resiliencia de sus infraestructuras.
En este contexto, varios gobiernos europeos promueven la creación de cuerpos de ciberreserva. Estos equipos estarían formados por expertos civiles y militares preparados para responder a ciberataques de gran escala. En países como Israel, esta preparación comienza incluso en adolescentes, quienes reciben formación avanzada en ciberseguridad dentro de su servicio militar. España también planea implementar su propia ciberreserva, siguiendo el ejemplo de otras potencias.
La necesidad de reforzar la ciberseguridad en las empresas es ineludible. El impacto de ataques globales como WannaCry, que en 2017 paralizó 141.000 sistemas en todo el mundo, dejó claro que los ciberataques pueden desestabilizar infraestructuras críticas en cuestión de horas.
Por todo ello, la ciberseguridad en las empresas no debe entenderse solo como una medida preventiva, sino como una verdadera estrategia de defensa y protección digital.
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