La ciberseguridad europea atraviesa una paradoja peligrosa: mientras algunos países se blindan con tecnologías avanzadas, otros siguen defendiendo sus sistemas con infraestructuras obsoletas y escasa inversión.
Según el último informe de la Agencia de la Unión Europea para la Ciberseguridad (ENISA), los ciberataques han aumentado un 30 % en los últimos dos años. Ransomware dirigido a hospitales, campañas masivas de phishing, sabotajes a servicios públicos y fuga de datos sensibles dibujan un panorama donde la brecha digital se convierte también en brecha de seguridad.
La Directiva NIS2: un marco común, múltiples velocidades
La Directiva NIS2, en vigor desde 2023, obliga a los Estados miembros a reforzar las medidas de seguridad en sectores críticos. Cada país debe transponerla a su legislación antes del 17 de octubre de 2024. A partir del 18 de octubre de 2024, será plenamente aplicable para quienes hayan completado el proceso.
El objetivo es establecer un marco legal homogéneo que fortalezca la resiliencia digital en toda la Unión. Sin embargo, la implementación real varía casi tanto como los acentos europeos.
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Alemania, Francia y Dinamarca avanzan hacia arquitecturas cibernéticas resilientes y marcos legales sólidos.
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Europa del Este y los Balcanes, en cambio, muestran retrasos significativos, convirtiéndose en objetivos prioritarios para atacantes.
📑 Más información:
Casos críticos en Europa
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Bulgaria: su infraestructura digital sigue siendo endeble, con inversión muy por debajo de la media y falta de profesionales formados.
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Rumanía: aunque avanza en digitalización, carece de un ecosistema jurídico sólido. Resultado: incremento de ataques de ransomware, incluso contra instituciones públicas.
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Grecia: arrastra una obsolescencia tecnológica estructural. A pesar de esfuerzos recientes, sus sistemas no responden eficazmente ante ataques.
¿Una Unión vulnerable?
La Unión Europea ha puesto los cimientos: normativas, fondos y coordinación. Pero la ejecución es nacional. Si un país queda rezagado, se convierte en puerta trasera para comprometer a toda la región.
Cerrar la brecha exige más que cumplir la directiva NIS2. Requiere:
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Inversión sostenida en ciberseguridad.
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Cultura digital desde las escuelas hasta los consejos de administración.
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Voluntad política real para blindar la soberanía digital europea.
